O-chen-ta.
Es dos veces yo.
Quisimos hacer algo especial que hacía muchos muchos años que no hacíamos. Tantos, que yo ni lo recordaba.
Mi madre, y ahora la menor de mis hermanas, tienen un negocio familiar de hostelería. Eso quiere decir que trabajan SIEMPRE. Todo el año los 365 días, con sus 365 noches. No existen los festivos, ni las vacaciones. No hay días libres. Es por eso que casi todas las celebraciones se hacen allí y alguien siempre tiene que levantarse durante la comida para atender el negocio.
Esta vez queríamos que fuera diferente. Estar todos juntos, lejos del trabajo, sin prisa, sin nada que hacer, solo ESTAR, dejando pasar el tiempo despacio. Hablé con mis hermanas y decidimos alquilar una casita de campo para pasar todos juntos allí un fin de semana.
Ese fue nuestro regalo de cumpleaños. Y ha sido el mejor hasta la fecha.

Por supuesto todo era una sorpresa, así que la parte complicada fue que mi madre no se enterara de nada. Por la mañana la invitamos a desayunar, y las niñas se encargaron de tenerla entretenida mientras nosotras ultimábamos preparativos.
Mi sobrina consiguió sacarla de casa, con la excusa de probar el nuevo coche de su chico. Le ofreció un paseo como regalo especial en el día de su cumpleaños. A mi madre le hacía ilusión porque nunca se había montado en un coche descapotable. Así que allá se fueron de ronda. Lo que no sabía, era que el paseo terminaría aquí:
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Esta es la casita que alquilamos. Casa da Chavella, cerca de Carballo. |
Mientras la abuela paseaba con el viento en la cara, nosotros nos adelantamos rumbo a la casa. Fran, como siempre, encontró la mejor. Restaurada y decorada con muy buen gusto. Con comedor amplio (era imprescindible mesa para 15) y la posibilidad también de comer fuera junto a la barbacoa. Y además con piscina. Perfecta para nuestros planes.
Mientras esperábamos a la homenajeada, desplegamos un poco de atrezzo para el recibimiento.


Suena un teléfono. "Ya llega, todos a sus puestos" SORPRESAAAAAAAA!



Tardó un buen rato en darse cuenta de lo que habíamos tramado. Estaba desconcertada. No sabía si la habíamos llevado a comer a un restaurante o si la sorpresa era que F y yo nos habíamos comprado esa casa... jajaja.
Tuvimos que explicárselo despacito.

"¿Cómo que nos quedamos aquí el fin de semana?, pero si yo no tengo ropa, y quién se queda en el hotel????"... y un montón de preguntas más. Creo que no fue consciente del todo, hasta que le plantamos su maleta en las narices y la obligamos a cambiarse de ropa. "Mamá, estás guapísima, pero el plan es campo, así que ve sacándote los tacones"
A partir de ahí, todo fue disfrutar.

Las niñas correteaban de aquí para allá enseñándole todo a la abuelita, mientras nos instalábamos y preparábamos algo de comer. La abuela era la invitada de honor, así que para ella, solo relax y placer.

Al atardecer nos fuimos a pasear a Razo, una de las playas de su infancia (ella es de Vimianzo) Mientras el sol se escondía, dimos paseos por la orilla, con intenso olor a marea baja. Para Amanda fueron demasiadas emociones, y se quedó dormida. Pero V disfrutó llenándose de arena mojada hasta las orejas.




Al día siguiente, nos despertamos con pajaritos. La previsión del tiempo era inestable, pero tuvimos suerte y solo un par de gotas nos refrescaron la mañana. Era el día "grande" porque hoy sí, nos reuníamos todos toditos en la casa. El plan: churruscada.
Las niñas salieron a buscar palos y piñas para hacer las brasas y después disfrutaron del "dolce fare niente" bien acompañadas durante toda la mañana.


Mientras estábamos atareados con el asunto del churrasco, tuvimos una visita inesperada. Siempre genial, mi pequeña V.

Todos a la mesaaaaaa! Churrasco, empanada, ensalada y patatas fritas. Menú de lujo.


Y a los postres, tarta y canción. Rodeada de sus 6 nietos la abuela sopló sus velas.
¡Feliz cumpleaños mamá!

Con la barriga bien llena, a seguir disfrutando.

Toda la tarde por delante, con sol y calorcito. Y todos juntos. ¿Qué más se puede pedir? Ah, si, la abuela pidió la foto imposible, esa que por un motivo u otro, nunca conseguíamos hacer. La foto de toda la familia junta. Por primera vez desde que nació Amanda, al fin, lo logramos.
Todavía hubo tiempo para más chapuzones piscineros, jugar con linternas voladoras (y trepar al tejado para rescatarlas), muchas pompas de jabón... Casi anocheciendo me di cuenta de que me había pasado el día al otro lado de la cámara, y no tenía ninguna foto con mamá. Despelujadas del piscineo, casi sin luz y con un par de copitas de vino aliñando el asunto intentamos, con poco éxito, poner remedio al asunto. Los resultados no son dignos de emmarcar (vaya pintas), pero nos reímos un rato.

Llegó el domingo, nuestro último día. La casa tenía que quedar libre a media mañana, pero ni eso, ni la lluvia que al fin llegó, iba a impedir que disfrutáramos hasta el último momento. Nos vamos de excursión. Primera parada: Playa de Aviño.


Paseamos descalzos por la arena mojada, empezaba a llover, pero hacía calor así que, ¿quién dijo miedo?. Amanda jugaba en la arena y Valentina saltaba las olas. La abuela se concentró tanto recogiendo conchas en la orilla, que se olvidó de que el mar del norte es libre y salvaje: si le das la espalda, aparece sin previo aviso y se lleva todo por delante. A una mujer octogenaria, en el día de su cumpleaños también. Y así terminó ella, zapateada por una ola, pero sin soltar las conchas!

Y claro, luego hubo que librarse de la arena... Menos mal que no es pudorosa.

Nos pasamos una toallita y seguimos ruta. Hasta el faro de punta Nariga, donde rematamos el festejo.



Lo pasamos bien. Tanto, que hasta dimos saltos de alegría antes de volver a casa.

Fue un fin de semana estupendo. No creo que lo olvidemos, pero por si acaso allí estaba yo cámara en mano. Todos los buenos momentos están ahora impresos en un libro, que fue su otro regalo de cumpleaños (podéis verlo AQUÍ). Cumplir años con el estilazo y la agilidad con que los lleva mi madre es una alegría (dedos cruzados para que haya algo de eso en mis genes).
Ya puedes ponerte las pilas mamá, porque no veas la que estamos montando para cuando celebres los 90!
